lunes, 10 de enero de 2011

Antología sobre los Ángeles



Es un placer comunicaros la publicación de una antología de poemas sobre los ángeles, en la que he participado con dos sonetos.
Podeis encontrar el libro en la Editorial Libros del Innombrable, dentro del apartado Novedades.
Transcribo la reseña que ha escrito la editorial:


LA LUZ ESCONDIDA (UNA POÉTICA DE LOS ÁNGELES)
Catálogo: Golpe de Dados Libro nº 87 de la colección  



Descripción: Estos poemas recogen la tradición y la vanguardia, lo oscuro, lo esperado y lo místico y en esta diversidad reside su mayor atractivo. Aquí prevalece la esencia germinativa de la palabra como actitud frente la silencio. Edificar textualmente un símbolo constituye una entrega que incorpora a la metáfora estéticas muy diferenciadas y que responde a la pluralidad formal de arquetipos e ideas en el inconsciente. De ahí surge una carnalidad verbal que da cuerpo a criaturas de luz y conocimiento, que trascienden el significado, estableciéndose una correspondencia con la imagen para ser fragmentos de transparencia o sueño, de invocación o tránsito. Como toda antología la presente ha precisado de unos límites para que el tamaño resultara manejable. Nada más lejos de la intención de los editores que establecer un canon literario, ni de ningún otro tipo. Las reglas pactadas entre ambos antólogos fueron las siguientes: autores españoles nacidos a partir de 1919 y que, al tratarse de una antología temática, los textos incluidos gozaran de una relación con el asunto tratado. Autores incluidos: Mariano Esquillor, Manuel Pacheco, Miguel Labordeta, Gabino Alejandro Carriedo, Manuel Álvarez Ortega, Antonio Fernández Molina, Fernando Ferreró, Fernando Arrabal, Francisco Brines, Mario Ángel Marrodán, Roberto Goa, Emilio Gastón, Josep Soler, Ángel Sevilla Panadero, Francisco Álvarez Velasco, José María Barceló, Antonio Carvajal, Alfonso López Gradolí, Fernando Burbano, Dante Bertini, Domingo F. Faílde, Ángel Guinda, José María de Montells, Luis Alberto de Cuenca, José Luis Aledre Cudós, Miguel Ángel Bonhome, Emilio Pedro Gómez, Dolors Alberola, Manuel Martínez Forega, Juana J. Marín Saura, Xulio López Valcárcel, Joaquín Sánchez Vallés, Mariano Castro, Ricardo Fernández Moreno, Emilio Amor Alonso, Fernando de Villena, Ángela Ibáñez, Juan Carlos Mestre, Rosa Lentini, José Fernando Sánchez Ruyz, Fernando Sarría, Enrique Villagrasa, Magdalena Lasala, María Ángeles Lence Guilabert, Fernando Sanmartín, Alejandro J. Ratia, María Dolores Bernal, Martín Marcos, María Pilar Martínez Barca, Alfredo Saldaña, Gabriel Sopeña, Ramón Bascuña, Juan Antonio Tello, Javier García Rodríguez, Agustín Calvo Galán, Miguel Ángel Ortiz Alvero, María PAz Moreno, Bruno Marcos, Joan Pere Gil Bonfill, David Mayor, Rafael-José Díaz, Alicia Silvestre, Jesús Soria Caro, Iván Humanes Bespín, Christian Tubau Arjona, Ignacio Escuín, Javier Gil Martín, Diana Varela Puñal, Nuria Rovira Ayuso, Lara Osorio Aguilera y Almudena Vidorreta. 165 Pág. El libro incluye nota bio-bibliográfica de los autores.

lunes, 30 de agosto de 2010

Antología de poesía mística española


A todos los interesados en la mística (y en la poesía) les recomiendo la lectura de esta antología editada por el poeta Antonio Fernández Molina, publicada por Libros del Innombrable (Zaragoza).

Recoge poemas que van desde la Edad Media (textos de la Lírica Popular, Ramón Llull, el Arcipreste de Hita), pasando por los Siglos de Oro (Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, Miguel de Cervantes, Góngora,...) hasta la modernidad (con nombres como Verdaguer, Unamuno, los hermanos Machado, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Lorca, Miguel Labordeta, José Ángel Valente, Fernando Arrabal,...).

Es un libro cuya referencia tenía que aparecer en este Camino de la Nada...

Puede encontrarse en la colección Golpe de Dados de la editorial de Libros del Innombrable.

martes, 3 de noviembre de 2009

FERNANDO PESSOA Y LA FILOSOFÍA


Introducción

Emprender un escrito sobre la figura de Fernando Pessoa es una tarea compleja. Fundamentalmente por una razón: Fernando Pessoa no existió. Quiero decir; existió un cuerpo al que un carné señalaba como Fernando Pessoa y un personaje literario que firmaba con el mismo nombre (me refiero al que se ha dado en llamar “ortónimo”), pero Fernando Pessoa, entendido como un sujeto, como un alma, no existió. Pessoa era muchos, “un drama en gentes”. Así, plantearse escribir sobre Pessoa es enfrentarse a una multiplicidad, a la ausencia de Tema. Un escrito sobre Pessoa es un estudio sin objeto claro, delimitado. Este escrito será, pues, lo único que puede ser, una mirada hacia Pessoa. Así, una mirada parcial, escorada, y que sin embargo pretende abrir algunas puertas que una visión demasiado general dejaba cerradas. Cualquier mirada totalizante, unificadora, de la figura y la obra de Pessoa, estaría condenada, por la complejidad misma de su objeto, a ser poco reveladora.

Por otra parte, creo innecesaria la elección entre la obra y la persona. En un personaje como el poeta portugués lo que se nos muestra precisamente es la debilidad de la frontera entre el creador y lo creado. Pessoa es su obra, sus obras. Por eso decía que no existió, porque quienes existieron fueron Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Bernardo Soares y todos los otros heterónimos que fueron naciendo. Como yo no soy yo, sino la suma de todos mis otros.

Dicho esto, expondré cuáles serán las miradas que proyectaré sobre el acontecimiento (permítaseme usar este concepto) Pessoa. Este autor tiene una relación especial, estrecha, con la filosofía. Por un lado, una de sus facetas es la de pensador: es la que se lee en el contenido de sus poemas. Pero por otro lado, Fernando Pessoa es, en sí mismo, en su vida, un problema filosófico; o por lo menos plantea y abre muchas cuestiones filosóficas. Así, los dos primeros apartados tratarán esta relación de Pessoa con la filosofía: el primero, analizando el problema de la representación, de la división entre ficción y realidad, entre las palabras y las cosas. Y el segundo, intentando ver en la vida plural de Pessoa una voz que cabría emparentar con algunas de las corrientes filosóficas contemporáneas (más allá del existencialismo, con el post-estructuralismo francés). Por último, el tercer apartado le pondrá en relación con un autor de distinto origen, Samuel Beckett, para mostrar hasta qué punto podemos considerar al portugués como un autor contemporáneo.

1.- Contra la representación

El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos),
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo....”


Los versos de Caeiro, con su apariencia frágil, ingenua, constituyen, a mi entender, una “revolución” filosófica. En efecto, decir que “el único sentido íntimo de las cosas es que no tienen ningún sentido íntimo” es rechazar frontalmente la concepción kantiana del mundo que separa la realidad en dos planos: el nouménico (el esencial, incognoscible) y el fenoménico. Negando ese trasfondo esencial, Caeiro está enfrentándose con toda una metafísica, la occidental, que desde Platón ha vivido presa de la dualidad esencia/apariencia.

“Bastante metafísica hay en no pensar en nada”. Lo que se desprende de sus poemas es una oposición al concepto de representación. De ahí su acritud con todo intento de “representación” de las cosas en forma de discurso (ya sea religiosa o filosófico). Aun con todo, algunos versos de Caeiro parecen nacidos de una experiencia cercana a la mística, bien que antes de que ésta se convierta en teología positiva, en discurso sobre Dios y las cosas, en lugar de Dios y de las cosas. Me refiero a la sensación que atraviesa todo el poemario y que constituye acaso su eje: las cosas no son nada más allá de su aparecer. Pessoa describe una realidad desnuda, despojada de cualquier determinación intrínseca que la defina. Anterior a los nombres, la mirada de Caeiro es como la de un niño que aun es capaz de jugar con lo que ve porque no se relaciona con ello mediante significados, sino por afectos, directamente a través de los sentidos.

Sé sentir el asombro esencial
que tiene un niño si, al nacer,
de veras reparase en que nacía...”


Si he llamado “mística” a esta experiencia de la realidad desnuda es porque inevitablemente resuenan otras voces en la del portugués. Por ejemplo la del poeta místico español San Juan de la Cruz. En su “éxtasis de harta contemplación”, nos describe una experiencia mística con estas palabras:

Yo no supe dónde entraba
pero cuando allí me vi
sin saver dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda sciencia trascendiendo
.”

“Toda ciencia trascendiendo”. San Juan propone una mirada sobre el mundo que ya no atiende a ninguna ciencia, a ningún discurso que pretenda explicarla, del mismo modo en que lo hará posteriormente su célebre aunque olvidado seguidor, Miguel de Molinos, en su Guía espiritual. Así Caeiro en sus poemas:

“Soy místico, pero sólo con el cuerpo.
Mi alma es sencilla y no piensa.
Mi misticismo en no querer saber.
Es vivir y no pensar en ello.”

Debo aclarar que mi intención no es la de decidir si Caeiro era o no un místico - en cierto sentido, todo poeta empieza por esta mirada desprovista de rejas conceptuales, por esta “flexibilidad” del sentido – sino la de subrayar ese aspecto como algo distinto de la filosofía o de la poesía. Recordemos también una tradición filosófica oriental de origen místico: el taoísmo. En el “Tao te king”, a modo de aforismo, leemos:

“conocer es no conocer,
he ahí lo más excelente
.”

Es evidente que esta apelación al no-conocer no es una llamada a la ignorancia, sino otra cosa. Se trata de un movimiento de des-conceptualización, de un sentir que accede a la realidad apartándose de la urdimbre de la lógica, la ciencia o la filosofía, en definitiva, de cualquier sistema de signos que pretenda explicarla de un modo unívoco. Podríamos traer también a colación la crítica taoísta de Chuang-Tsu a los dialécticos, a todos aquellos que sólo hablan sobre los nombres de las cosas y acaban olvidando las cosas mismas, pero acaso sea más fácil emparentar a Pessoa con corrientes filosóficas occidentales.

2.- Hacia otra subjetividad

La primera afinidad sería con el existencialismo. Es evidente que hay ese contacto. La crítica a la razón, a la esencia, al sujeto, son temas que aparecen en las obras de Sartre o de Camus. Mas en este escrito quisiera subrayar otra posible conexión. Pessoa está más cerca de Deleuze y Guattari o de Foucault que de los anteriormente citados. Y esto por varias razones. En primer lugar, porque estos autores han llevado la deconstrucción del sujeto mucho más lejos que sus predecesores. Y Pessoa, con su obra y su vida, es la encarnación de esa des-fundamentación de la categoría de sujeto.
En segundo lugar, porque una dimensión importante que añaden estos pensadores contemporáneos al problema del Yo, es la multiplicidad: la deconstrucción del sujeto y de los discursos no conduce a la nada, la angustia o la desesperación (estas categorías, como ya admitía Camus, nacen de sensaciones y no acaban de funcionar como conceptos), sino que conlleva el estallido del sujeto en múltiples singularidades. Aparece, pues, el baile de máscaras, el proliferar de personalidades. Y ¿quién mejor que Pessoa para ilustrar este fenómeno? ¿qué son los heterónimos sino otras tantas “personas” (máscaras) insertas en el mismo cuerpo? Las teorías de Deleuze y Guattari (también llamadas “esquizoanálisis”) nos sirven para entender este fenómeno de multiplicación de la personalidad. Mientras pensemos en el portugués en términos de subjetividad, siempre se nos escapará o nos dejará ante aporías irresolubles o paradojas. ¿sufría un desdoblamiento de personalidad? ¿era esquizofrénico? Esas serían las respuestas clínicas, completamente insuficientes. O bien ¿quién es más real, Fernando Pessoa o Álvaro de Campos? ¿son reales los heterónimos, o sólo son ficciones? Tampoco estas preguntas nos ayudan demasiado porque parten de dualismos que no se han cuestionado: realidad/ficción, sujeto verdadero/personajes,...

La filosofía de Deleuze es más útil porque se sitúa más allá (o más acá) de estas preguntas. Para el francés, el sujeto es un efecto del lenguaje, no su causa. Y lo que subyace a todo proceso de subjetivación es un juego de fuerzas, de tendencias.
Así, los heterónimos podrían entenderse como la coagulación de ciertos afectos, de ciertas tendencias. Arriesgando un poco: Alberto Caeiro sería la subjetivación, la personalización, de una mirada mística, la del niño Pessoa. (Qué curioso es pensar que el Maestro de todos los heterónimos fue “ese niño que, al nacer, de veras repara en que ha nacido”). Álvaro de Campos sería la territorialización de los afectos filo-progresistas, vanguardistas, que lo emparentan con cierto Walt Whitman o con poetas de su época. Ricardo Reis sería la condensación de la tendencia clasicista, lírico-mítica, de los poetas antiguos (¿tendrá algo que ver con su educación inglesa? ¿qué poetas leía entonces Pessoa?), como un Horacio de nuestro tiempo. Fernando Pessoa ortónimo, sobre todo el de “Mensagem”, sería el disfraz del Poeta Portugués, la expresión de su sentimiento nacional, que lo sitúa como digno sucesor de Camoens.

Y así podríamos seguir. Ninguno es verdadero ni falso, ninguno es más real que otro. Y lo que tiene este poeta múltiple de sorprendente, de radical, es la fuerza con que dibuja estas divergencias, la capacidad de dar cohesión, consistencia, a esas diferentes pasiones que entrechocan. Pessoa es capaz de dotar, dicho un poco irónicamente, de “voz propia” a cada uno de sus personajes. Los análisis lingüísticos a los que ha sido sometido demuestran, curiosamente, la total autonomía de cada uno de los heterónimos con relación a los demás. ¿Dónde está el original? La filosofía francesa contemporánea ha cuestionado esta dicotomía de original/copia y eso abre un espacio en el que poder pensar fenómenos como éste.
No hay sujeto real y simulacros, no hay Verdad y ficciones, sino fuerzas, movimientos de subjetivación, consolidación de afectos alrededor de centros de significancia. Cada heterónimo viene a ser el espejo de una serie de acontecimientos y pasiones que latían juntas, amalgamadas, en un mismo cuerpo. Si entendemos el “yo”, siguiendo a Daniel Dennet, como un “centro de gravedad argumentativo”, quedan disueltos bastantes de los problemas filosóficos que planteaba la vida y la obra de Pessoa. Porque el yo se construye, se teje con las palabras que usamos para explicarnos a nosotros mismos, y Pessoa es un gran tejedor de palabras. Su vida tiene el carácter de una obra de arte (“¿qué otra cosa puede hacer el hombre de genio sino es convertirse él mismo en literatura?”). Y lo que nos separa de él es la valentía de asumir la multiplicidad (incluso las contradicciones) dentro de sí y exteriorizarla en forma de personajes plenamente autónomos. La mayoría de las personas visten un sólo disfraz (la mismidad), él fue capaz de vestir (y vivir, en tanto que escribir es vivir) unos cuantos más.

3.- Pessoa y Samuel Beckett

Acaso un día, en algún lugar incierto, como aquél de los gigantes de Pirandello, se encuentren y reconozcan Molloy y Álvaro Campos, o Malone y Alberto Caeiro. Me imagino ese encuentro como una complicidad, donde reinaría la certidumbre de pertenecer a una comunidad extraña, virtual. Los heterónimos de Pessoa, así como los personajes de Beckett, comparten un mismo carácter espectral que sin embargo posee autonomía. Se mueven en un terreno ambiguo, en un lugar de fronteras. Están en el límite entre la realidad y la ficción, entre la historia y la literatura. De hecho, su voz nos reclama extinguir esa distinción, su movimiento deshace constantemente el contorno de una y de otra.
Muchas son las analogías entre estos dos autores de origen tan distinto. Una es la que hemos visto anteriormente: el proceso de deconstrucción del sujeto. Beckett sitúa sus personajes en lugares cualquiera, sin historia, con una identidad desconocida o totalmente olvidada. Apenas pueden hablar, sus palabras se desvanecen inmediatamente después de haber sido dichas. Ningún sentido, ninguna sustancia les ampara. Son víctimas del movimiento, del azar, del más absoluto sinsentido. Cabe decir, no obstante, que la forma en la que se lleva a cabo esta des-fundamentación del sujeto es distinta en cada autor. Pessoa la vivió en su piel, se vació completamente de cualquier determinación que lo cerrará y dio consistencia a las personas que habitaban en él. Su desubjetivación es algo vital. Samuel Beckett hace lo propio creando personajes que pueden ser reflejos, desdoblamientos, máscaras de sí mismo; o acaso lo que queda después de haberse quitado unas cuantas máscaras. Su tono es, sin embargo, más oscuro, menos vivo, sin la proliferación creativa de los heterónimos de Pessoa.

Por otro lado, ambos autores fueron bilingües y escribieron en dos idiomas. Pessoa el portugués y el inglés (con el que ganó un importante premio en su juventud) y Beckett el inglés y el francés (con el que decidió escribir a partir de cierto momento). La capacidad de conocer dos idiomas distintos, pero sobre todo, dos estructuras de lenguaje distintas, produce una quiebra, un distanciamiento con su lengua patrón, y, por lo tanto, un diferirse dentro de sí.

Este diferirse, este proceso de multiplicación de uno mismo, es un tema muy tratado por la filosofía contemporánea. Siguiendo la idea de Deleuze de que la tarea del escritor es la de “crear una lengua extranjera en la propia lengua”, podemos apreciar en los autores mencionados este mismo afán de abrir el lenguaje propio – y por lo tanto, todas esas estructuras lingüísticas con las que pensamos el mundo y a nosotros mismos – para dejarse influir por otras formas de pensar y enriquecerlo. En cierto sentido, esta es una forma de recuperar ese temblor, ese espacio abierto a la creatividad, al acto poético (de “poiesis”) con el que nace cualquier palabra. Y este fenómeno se manifiesta en Pessoa con la creación, insólita en la historia de la literatura, de varias “poéticas” distintas en una misma persona, así como en el contenido mismo de sus obras. Y en el autor irlandés vemos este “extrañamiento” del lenguaje, precisamente, en el modo en que trata el lenguaje, en sus intentos de desposeerlo de su carga metafísica: el Sujeto, el Sentido, el Ser,... (Para Beckett, el imperio del sujeto se muestra ya en la estructura misma del lenguaje: Sujeto – Verbo – Predicado).

Estos dos rasgos, la deconstrucción del sujeto y el extrañamiento del lenguaje, sitúan a Beckett más allá de los autores del “absurdo”, mucho más cerca de nosotros. Así como los temas anteriormente tratados transportan a Pessoa más allá de su tiempo y lo colocan en nuestra más estricta contemporaneidad.

Bibliografía consultada:

- Fernando Pessoa. Antología poética, Espasa Calpe, Madrid, 1982
- Fernando Pessoa, Poesías completas de Alberto Caeiro, Pre-Textos, Valencia, 1997
- Fernando Pessoa, Máscaras y Paradojas, Edhasa.
- Alberto Caeiro, Poemas, Edicoes Ática, Lisboa, 1993
- Angel Crespo, Estudios sobre Pessoa, Bruguera, Barcelona 1984

- Samuel Beckett, Molloy, ed. 62, Barcelona, 1990
- Samuel Beckett, Relatos, ed. Tusquets, 1997
- Samuel, Beckett, Manchas en el silencio, ed. Tusquets, 1997

- Deleuze – Guattari, Mil Mesetas, Pre – Textos.
- Deleuze, Gilles, Crítica y Clínica, Anagrama.
- Foucault, Michel, Las palabras y las cosas, ed. sXXI.

martes, 13 de noviembre de 2007

A DIOS SIN INTERMEDIARIOS


Intermediarios entre el alma y Dios:

Dentro del cristianismo, el alma que aspiraba a unirse a Dios siempre tuvo, entre ella y su Amado, un férreo dispositivo de intermediarios dispuestos a facilitarle/obstaculizarle su espiritual camino. Cabría entender el término intermediario en su sentido más amplio e incluir en él diversas modalidades y funciones. Sus competencias de intromisión en las almas y cuerpos individuales, varían desde la función divulgativa (repetidores de la señal evangélica) hasta la coercitiva (censores expurgadores cuya institución ostenta el privilegio del uso de la tortura y la incineración). Desde la función pastoral (sermones moralizantes) hasta el interrogatorio habitual (confesión forzosa). Todas ellas pretenden encaminar, cribar la paja y señalar la cizaña, ofrecer una cúpula de protección y certidumbre espiritual que nunca ha cesado de ser resquebrajada. Enumeraremos algunas de estas capas intermedias para entender mejor el paso y la diferencia que constituyen ciertos místicos, entre ellos los llamados “quietistas”.

A.- Capas exteriores

1.- La Esfera Eclesiástica

La Iglesia, en tanto que “cuerpo de Cristo” y “madre”, envolvía a modo de placenta común religiosa las formas de espiritualidad existentes. Su discurso sobre la continuidad divina de sus miembros y lugares estaba tan bien trazado que sólo unos pocos adivinaron la autoalabanza del poder mundano que escondían estos mensajeros.

1.1.- Capa de discursos teológico/pastorales (metafísica-moral).
Los religiosos “letrados” eran los encargados de difundir, reescribir y consolidar el dogma, tanto el metafísico como el moral. En cuanto al orden metafísico, no dejaba dudas acerca de la inaccesibilidad de Dios, de la mediación incondicional de la humanidad de Cristo en la participación de las almas en Dios (Cristo como puerta), de la trascendencia del acto creador y de la lejanía de las criaturas. Tampoco se cuestionaba la jerarquía celeste de los ángeles, ordenados según su cercanía a Dios, ni la antropomorfización de la divinidad cuyos atributos el discurso cristocéntrico acentuaba cada vez más: padre, juez, pastor,...(Credo)
En el orden moral, los múltiples tratados y la predicación a menudo aunaban esfuerzos para hacer resonar los antiguos códigos y limitaciones de la ley cristiana. En cuanto al mal, el pecado y su eterno castigo en un mundo infernal perfectamente descrito y representado, constituían una de las mayores pruebas para las almas que caminaban a Dios. De la higiene contra el pecado tratarán tantísimos libros y ejercitatorios. Los grupos que cuestionaban la pecabilidad de ciertas almas contemplativas fueron siempre duramente castigados (begardos, alumbrados, quietistas). La bondad, por su parte, se medía por la cantidad de buenas obras acumuladas, con promesa de gratificación eterna en una vaga esfera celeste.


- Autoridades eclesiásticas (la Inquisición)
- Imágenes santas (iconos, pinturas, arquitectura: No hay ninguna representación del Padre solo, siempre coexiste con los intermediarios)
- La Humanidad de Cristo como puerta o puente.
- Los ritos, fiestas, ceremonias, sacramentos...


B.- CAPAS INTERIORES

- Disciplinas ascéticas
- Ascensión (Subidas), Llave, Etapas, escaleras, itinerarios, grados...

- La escalera de Jacob:

“Jacob salió de Berseba y fue a Jarán. Llegando a cierto lugar se dispuso a hacer noche allí, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal, y acostóse en aquel lugar. Y tuvo un sueño; sonó con una escalera apoyada en tierra y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y vio que Yahvéh estaba sobre ella, y que le dijo: “Yo soy Yahvéh, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia. Tu descendencia será como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al norte y al mediodía; y por ti bendecirán todos los linajes de la tierra, y por tu descendencia. (...) Despertó Jacob de su sueño y dijo: ¡Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo!”


- El conceptualismo: “meditacionistas”.
- Los “ejercicios espirituales” de San Ignacio


A DIOS SIN MEDIACIÓN: LA CESACION DE LOS MEDIOS

Místicos y “quietistas”:

1.- La inmediatez de Dios: De la intimidad a la inmanencia.

1.1.- Algunos apuntes sobre la intimidad con Dios y el camino abierto por San Agustín.

1.2.- Margarete Porete

1.3.- John Tauler

1.4.- Los mensajeros en el Cántico de San Juan de la Cruz

“Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero
que no saben decirme lo que quiero”

La Canción 6 del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz es una buena muestra de esta inmediatez, de esta supresión de los intermediarios que estamos tratando. El alma empezó buscando a un Amado (Dios) escondido, huido, por montes y riberas, a través de fuertes y fronteras. En su camino, pregunta a las criaturas (bosques, prados) si lo han visto pasar. Al fin, desesperada, exclama: Acaba de entregarte ya de vero. El importantísimo matiz “de vero”, implica la existencia de una entrega “en falso”, reflejada (“vestido los dejó de hermosura”), mediada (“decidle que adolezco”), retardada (“salí tras ti clamando y eras ido”) y referida por otros (“y todos cuantos vagan, de ti me van mil gracias refiriendo”). Llama a estos mediadores “mensajeros que dan al alma recaudos de noticia de quien Él es”. La relevancia de la “veracidad” de la entrega la comenta el mismo Juan de la Cruz:

Porque todo lo que de Dios se puede en esta vida conocer, por mucho que sea, no es conocimiento de vero, porque es conocimiento en parte y muy remoto; mas conocerle esencialmente es conocerle de veras, el cual aquí pide el alma, no se contentando con esotras comunicaciones.

Y sobre la insuficiencia de la mediación explica:

No quieras que ya de aquí en adelante te conozca tan a la tasa, por estos mensajeros de las noticias y sentimientos que se me dan de ti, tan remotos y ajenos de lo que de ti desea mi alma: porque los mensajeros (...) aumentan el dolor: (...) porque parecen dilaciones de la venida.

De esa entrega segmentada (“a la tasa”) y diferida (“remotos”, “dilaciones”) que representan los mensajeros, se queja el alma un poco más adelante:

“Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo
y todos más me llagan,
y déjame muriendo,
un no se qué que quedan balbuciendo.”

Los que “vagan”, en la interpretación de San Juan, son las criaturas racionales. Y las noticias que dan de Dios, (“verdades de las Escrituras” “obras de tu Encarnación y verdades de fe”) no satisfacen del todo al alma enamorada, que siente “un no sé qué” que queda por decir, “una cosa que se conoce quedar por descubrir, y un subido rastro que se descubre al alma de Dios, quedándose por rastrear.”
De la lectura de los anteriores párrafos se desprende que el caudal de noticias y sentimientos que pretendía suplir la presencia de Dios es insuficiente para llenar el cauce del deseo del alma, a la que le quedan cosas aún por decir, por descubrir, por rastrear. Lo que queda por decir, es la experiencia de la unión mística, que, aunque reconocida inefable, quedará metaforizada en las canciones 17, 18, 36, 37 y 38 del Cántico y en otros de sus poemas y comentarios. Lo que queda por rastrear son las llamadas “Indias interiores”, el camino oscuro e intransitado de Dios que se descubre al alma: el camino de la nada.

miércoles, 24 de octubre de 2007

ALGUNAS CITAS DEL MAESTRO ECKHART

Extraídas del libro "El fruto de la nada", ed. de Amador Vega, Siruela.

Sermón sobre el templo vacío
El templo en el que Dios quiere dominar según su voluntad es el alma del hombre… esa es la razón por la que Dios quiere tener el templo vacío, para que ahí dentro no haya nada que no sea él. (35)

Si quieres vaciarte absolutamente de toda mercancía, de forma que Dios te deje estar en el templo, todo lo que hagas en tus obras debes cumplirlo únicamente por el amor de Dios y mantenerte tan vacío de todo como vacía es la nada, que no está ni aquí ni allí. No tienes que pretender absolutamente nada. Si actúas así, tus obras serán espirituales y divinas. 37

Cuando el alma alcanza la luz sin mezcla, entonces penetra en su nonada, tan lejos de su ser creado que no puede regresar de ninguna manera por fuerza propia a su ser creado. Y Dios, a causa de su ser increado, sostiene su nonada y la contiene en su ser. El alma se ha arriesgado a ser anonadada y no puede, por sí misma, retornar a sí misma… (38)

La virginidad del alma

Virgen indica alguien que está vacío de toda imagen extraña, tan vacío como cuando todavía no era. (…) Si estuviera en el ahora presente, libre y vacío, por amor de la voluntad divina, para cumplirla sin interrupción, entonces verdaderamente ninguna imagen se interpondría y yo sería, verdaderamente, virgen como lo era cuando todavía no era. 41

Vivir sin porqué
Aquí el fondo de Dios es mi fondo, y mi fondo es el fondo de Dios … Desde este fondo interior debes hacer todas tus obras, sin porqué… Si alguien se imagina, verdaderamente, que por la interioridad, la devoción y la gracia especial va a recibir más de Dios que junto al hogar o en el establo, entonces no hace algo distinto que si tomara a Dios y le cubriera la cabeza con una manta… Quien busca a Dios sin modo, lo comprende tal como es en sí mismo… 49

Ahora Dios no te pide otra cosa sino que salgas de tu modo de ser creatural y que dejes a Dios ser Dios en ti. 49

Todas las cosas han sido creadas de la nada; por eso su verdadero origen es la nada, y en la medida en que aquella noble voluntad se inclina hacia las criaturas, cae con éstas en su propia nada. 50.

No hay que comprender a Dios ni considerarlo como algo ajeno a mí… Alguna gente simple se imagina que deberían ver a Dios como si estuviera allí y ellos aquí. Pero esto no es así. Dios y yo somos uno. 55.

El anillo del ser
Lo más pequeño que se conoce de Dios, aunque sólo sea una flor, al tener un ser en Dios, es más noble que el mundo entero. Lo más pequeño que en Dios es, en cuanto que es un ser, es mejor que conocer a un ángel… Para Dios nada muere, todas las cosas viven en él. 59

Debes atravesar y superar todas las virtudes y, debes tomar la virtud sólo en aquel fondo en donde es una con la naturaleza divina. 65

La imagen desnuda de Dios

[El hombre] no debe aceptar a Dios por su bondad o su justicia, sino que debe comprenderlo en la sustancia pura y limpia en la que él se comprende a sí mismo en su pureza. Pues la bondad y la justicia son un vestido de Dios que le ocultan. Por eso, aparta de Dios todo cuanto lo reviste y tómalo puro en el vestidor en donde está descubierto y desnudo en sí mismo. Entonces permaneceréis en él. 67

Si el hombre se une a Dios por amor es desnudado de las imágenes y formado y transformado en la uniformidad divina, en la que él es uno con Dios. 69

Los pobres de espíritu

…un hombre pobre es el que nada quiere, nada sabe y nada tiene. 75

Si el hombre quiere ser verdaderamente pobre debe mantenerse tan vacío de su voluntad creada como cuando todavía no era (…) Os digo que mientras queráis cumplir con la voluntad de Dios y tengáis deseo de Dios, no seréis pobres. (…) Por eso rogamos a Dios que nos vacíe de Dios y que alcancemos la verdad y la disfrutemos eternamente, allí donde los ángeles supremos y las moscas y las almas son iguales… 76-77.

El fruto de la nada

Cuando el alma llega a lo uno y allí entra en un rechazo puro de sí misma, encuentra a Dios como en una nada. A un hombre le pareció en un sueño – era un sueño de vigilia – que estaba preñado de la nada, como una mujer lo está de un niño, y en esa nada había nacido Dios; él era el fruto de la nada. Dios había nacido de la nada. (…) Veía a Dios, en quien todas las criaturas son nada,.Veía a todas las criaturas como una nada, pues Dios tiene en sí a todos los seres… La nada era Dios. (91)

Cuando el alma es ciega y no ve nada más, entonces ve a Dios… Un maestro dice: en su pureza más alta, el ojo, en donde no tiene color [en sí mismo], ve todos los colores… A través de lo que no tiene color se ven todos los colores. 93

Otros sermones:
Quien quiera ver a Dios tiene que ser ciego. (97)

El hombre debería estar en su anhelo tan separado de sí mismo que no debería pensar en nadie ni en nada que no fuera deidad en sí misma, ni tan siquiera en la bienaventuranza, ni en esto ni en lo otro, sino en Dios como Dios y la deidad en sí misma… Por eso separa todo añadido de la deidad y tómala desnuda en sí misma. 102

Tratados
Del hombre noble
El sexto grado es cuando el hombre ha sido desnudado de su propia imagen y transfigurado por la eternidad divina, y ha conseguido un olvido totalmente perfecto de la vida perecedera y temporal… Por encima no hay más grados, y allí hay paz eterna y bienaventuranza. (…) Cuando un maestro hace una imagen de madera o piedra, no introduce la imagen en la madera, sino que corta las astillas que han ocultado y recubierto la imagen; no añade nada a la madera, sino que golpea y esculpe la cobertura y saca la escoria y entonces resplandece lo que estaba oculto debajo. Ese es el tesoro que estaba oculto en el campo. (Mateo 13, 44). 118

Del ser separado
El recto ser separado no es otra cosa sino que el espíritu permanezca inmóvil ante todo asalto del cuerpo y del dolor, honor, vergüenza y oprobios, tanto como lo hace una montaña de plomo ante un viento débil. (…) Y debe saber: estar vacío de todas las criaturas es estar lleno de Dios, y estar lleno de todas las criaturas es estar vacío de Dios. 129

Distingue entre el hombre interior y el hombre exterior:

Una puerta se abre y se cierra en un gozne. Ahora yo comparo la plancha exterior de la puerta con el hombre exterior; el gozne, sin embargo, lo tengo por igual al hombre interior. Cuando la puerta se abre y cierra, entonces se mueve la plancha exterior de aquí para allá y, con todo, el gozne permanece inmóvil en su lugar y no por ello cambia. (…) El objeto del puro ser separado no es ni esto ni lo otro. Se halla sobre una pura nada… 132

Si quiero escribir sobre una tablilla de cera, entonces no puede haber nada escrito sobre ella, por muy noble que sea… Si a pesar de todo quiero escribir, entonces debo borrar y vaciar todo lo que está sobre la tabla, y ésta nunca se me presenta tan bien para escribir como cuando no hay absolutamente nada. De forma muy parecida si Dios… debe escribir en mi corazón, entonces debe salir todo de mi corazón. (…) El corazón separado no pide absolutamente nada,… Por eso permanece vacío de todos los rezos, y su oración no es otra cosa que ser uniforme con Dios. 133

Dionisio dice: la carrera no es más que un retorno de todas las criaturas y un unirse en la descreación. Y cuando el alma llega a este punto, entonces pierde su nombre y Dios la atrae hacia sí, de manera que se anonada, así como el sol atrae hacia sí a la aurora para que se aniquile. (…) Pero la paz absoluta no está en ninguna parte excepto en un corazón separado. 134

Del poema: Grano de mostaza

IV
El camino te conduce / a un maravilloso desierto / a lo ancho y largo / sin límite se extiende. / El desierto no tiene / ni lugar ni tiempo, / de su modo tan sólo él sabe. (…)
V
Está aquí y está allí / está lejos y está cerca, / es profundo y es alto, / en tal forma creado / que no es esto ni aquello. //
VI
Es luz, claridad, / es todo tiniebla, / innombrado / ignorado, / liberado del principio y del fin, / yace tranquilo, / desnudo, sin vestido / (…)
VII
Hazte como un niño, / ¡hazte sordo y ciego! / tu propio yo / ha de ser nonada, / ¡atraviesa todo ser y toda nada! / Abandona el lugar, abandona el tiempo / ¡y también la imagen! / Si vas sin camino / por la senda estrecha, / alcanzarás la huella del desierto. /

VIII
¡Oh alma mía, / sal fuera, Dios entra! / Hunde todo mi ser / en la nada de Dios / ¡Húndete en el caudal sin fondo! / Si salgo de ti, / tú vienes a mí, / si yo me pierdo, / a ti te encuentro. / ¡Oh Bien más allá del ser! 141-142

Proverbios y Leyendas
¿Adónde tengo, pues, que ir? Absolutamente a ninguna parte, a no ser a una naturaleza desnuda y vacía: ella me podría enseñar lo que yo le preguntaba con palabras… Toda perfección reside en aceptar sufrir la pobreza, la miseria, el oprobio, las contrariedades y todo aquello que pueda suceder…, de forma voluntaria, jovial y libre, con placer y apaciblemente, sin estremecerse, y así permanecer hasta la muerte sin ningún porqué. 145

En todo lo que hay sobre la tierra y sobre el cielo nada le puede turbar, debe hallarse en tal paz que si el cielo y la tierra se hallarán invertidos, encontraría paz en Dios. 149

Un Avemaría dicha de todo corazón y con desprendimiento tiene más fuerza y bondad que mil salterios dichos de cara a la exterior. 157

domingo, 21 de octubre de 2007

SOBRE VIAJES INTERIORES





SOBRE VIAJES INTERIORES


Apropiación mística del lenguaje náutico

Ya hace mucho tiempo que nociones como las de viaje, trayecto, peregrinación, etc... dejaron de ser exclusivas del ámbito de la física, del simple movimiento de traslación. Muchas cosmogonías y obras filosóficas, poéticas o místicas han presentado el viaje como una suerte de aventura del alma. Nos ocuparemos aquí de una manifestación literaria de estos viajes interiores en las obras de algunos escritores místicos cristianos de los siglos XVI y XVII. En particular, del uso que hacen de la imaginería náutica y de la nueva topografía - los primeros viajes a Américas y Oriente - para ilustrar lo inefable: la experiencia interior como una forma de viaje inmóvil, como el descubrimiento de lugares desconocidos en el alma. La metáfora aparece cuando se describe el estado de extrañamiento de sí en que se encuentra el alma en el momento “oscuro” de la contemplación, en el cual no sirven ya los conceptos o preceptos adquiridos por la educación o la experiencia exterior. Como cuenta la copla de Juan de la Cruz que comienza: “Entréme donde no supe,/ y quedéme no sabiendo/ toda ciencia trascendiendo”. Así cegada, el alma se deja llevar hacia donde Dios quiere encaminarla. Dice el místico carmelita comentando su poema “Noche oscura”:

"Así como el caminante que, para ir a nuevas tierras no sabidas, va por nuevos caminos no sabidos ni experimentados, que camina no guiado por lo que sabía antes... Y claro está que éste no podría venir a nuevas tierras, ni saber más de lo que antes sabía, si no fuera por caminos nuevos nunca sabidos, y dejados lo que sabía."

En el comentario a su Cántico espiritual aparecen esas “ínsulas extrañas”:

"Las ínsulas extrañas están ceñidas con la mar y allende de los mares muy apartadas y ajenas de la comunicación de los hombres; y así, en ellas se crían y nacen cosas muy diferentes de las de por acá, de muy extrañas maneras y virtudes nunca vistas de los hombres.,. Y así, por las grandes y admirables novedades y noticias extrañas alejadas del conocimiento común que el alma ve en Dios, le llama ínsulas extrañas... Dios no solamente es toda la extrañez de las ínsulas nunca vistas, pero también sus vías, consejos y obras son muy extrañas y nuevas y admirables para los hombres."

El alma, desnuda de todo su habitual aparejo sensible y cognoscitivo recorre, con ojos alumbrados por nueva luz, lugares interiores nunca transitados, las “inmensas distancias del alma”, que dirá Miguel de Molinos. De nada le sirve aquí su bagaje anterior, el granero de su saber. Sólo el paso hacia el no-entender, la santa ignorancia, le conducirá al término de su espiritual peregrinaje. Antonio de Rojas, admirador de San Juan de la Cruz, recoge la misma idea y la expresa tomando ya explícitamente la metáfora de los primeros viajes transoceánicos:

"Así sucede con aquellos que se dan a su flaco entender, a su corto discurrir, a su imaginar (que están en las prisiones del sentido) que no le dejan volar a lo alto, como al Águila Real, que la han atado una plancha muy grande de plomo a los pies: decirles que no se paren ahí, que la meditación es medio para ir a Dios, como lo es una nave para ir a Indias..."

Como vemos, los defensores de la vía de la quietud entendían la meditación (la parte racional de la oración) como un mero medio (en la metáfora, una “nave”) para llegar a la contemplación oscura, no-racional, de lo divino (las tierras desconocidas).
Terminemos con otro autor de obras místicas, franciscano del s. XVII, que inserta metáforas de la navegación interior en uno de sus escritos: “Con vivir dentro de ti, navegarás muchos mares sin correr fortuna, entre las bonanzas de los auxilios divinos” o “Es velocísimo navichuelo el alma, y navega a viento en popa, si no lleva terrenos afectos por lastre”:

"Tener las potencias y sentidos tirantes a lo interior... No navega el diestro y experto piloto al arbitrio del viento, antes valiéndose de su fuerza dispone las velas de su bajel hacia los rumbos que encaminan al puerto que desea. No sufras a tus sentidos... y navegarás a las Indias interiores. Si recoges los sentidos, aunque navegues costeando, no tocarás en tierra. Sustenta el mar tanto peso de navíos y navegantes sobre sus espaldas de cristal, porque no anda derramado, sino que tiene sus Océanos recogidos: si rebosa en sus riberas el mar, luego refluctúa observante de la ley y obediente a los términos de la clausura. Paz interior a fuerza de encarcelarse las almas se podrá tener; a fuerza de retirarse a su centro se puede conseguir y conservar en ellas."

Como vemos, el movimiento interior no es posible, según el método del recogimiento místico, sin una extrema quietud corporal y mental. Recoger los sentidos, los pensamientos, los deseos,... son los preparativos necesarios para que zarpe el navío del alma.

Christian Tubau Arjona

DE ESFERAS, BURBUJAS Y ESPUMAS



CITAS Y ANOTACIONES SOBRE ESFEROLOGÍA

ESFERAS I
Burbujas
Microsferología

de Peter Sloterdijk


INTRODUCCIÓN GENERAL

Toda solidaridad es una formación de esferas, una creación de espacio interior.



Mántengase alejado quien no esté dispuesto a elogiar la transferencia y a rebatir la soledad.


No puede rechazarse la presunción de que el mundo nos es dado sólo a través de prejuicios geométricos innatos.

Vivir, formar esferas, y pensar son diferentes expresiones sobre lo mismo.

Allí donde hay vida humana, sea nómada o sedentaria, surgen globos habitados, que en cierto sentido son más redondos que todo lo que puede dibujarse con círculos.

El pensar filosófico es un caso de amor de transferencia al todo.

Transferimos tempranas experiencias espaciales (útero) a lugares nuevos (casas) y movimientos primarios a escenarios lejanos.

Los límites de mi capacidad de transferencia son los límites de mi mundo.